5.17.2012

Las Uñas

Somos error,
sin prueba alguna.

De entre mis pies helados cae el polvo maloliente,
con su aroma a refirgerador de abuela,
del que cuelgan los calendarios de mil novescientos,
con una foto del equipo de futbol local de ese tiempo,
el rebaño sagrado,

En aquel refirgerador podía caber todo,
para toda la eternidad,
pudriendose,
y luego echado toda en un platón
acompalado de tortillas,
y llevado al hocico de manera obligatoria,
el ano del mundo entre tus fauces por evitar el castigo,
o peor,
por alguna lástima petulante.

Algún día habrá que llevarle flores,
flores hediondas a queso viejo y tortillas moradas,
clamando misreicordia,
misericordia sobre mi,
sobre mis pies,
que son el espectaculo mas horrendo que hayas visto,
con su nueva ornamenta de uñas amarillas,
de venas hinchadas,
de cicatrices desdobladas,
prietas,
coloradas,
de cargar las piernas gordas,
la cabeza torcida,
la columna cogida,
el perdón sin culpa, 
que pesa más que el pene de una morsa,
que las tetas de la prosa.

Lo van a recostar un día,
al refri ese,
yo lo voy a enterrar,
le voy a brincar encima,
llamaré a mi madre mientras lo hago,
para echarme a reir nada más,
para echarla a reir a ella también,
maldito seas, le voy a gritar,
no veo porque no,
voy a buscar al vendedor que a algun imbecil logró venderlo,
lo voy a ahogar a golpes,
lo voy a ahogar a rezos,
mientras la tierra cae en pedazos sobre su cara,
enterrada,
con el ruido de la telenovela sonando en el auricular,
mientras la pala se echa a llorar con las orejas calientes,
mientras la policía me lleve con ellos,
desposado,
recostado,
y van a preguntar,
los estoy escuchando ahora,
cómo los voy a escuchar mañana,
¿donde está?
recostado,
voy a poder contestar con los pies echos polvo,
fétido.

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