5.06.2012

De pie en el limite del cielo


    Danilo Parra | Lovebryan


A veces me pongo triste, cuando el perro del vecino no me ladra si paso frente a su cochera, con el hocico lleno de odio. Podría, un buen día de estos, una noche, matarme, si él quisiera.

Entre las hojas de un ficus una familia de gusanos se reune disponiendose a comer. Tras bendecir las hojas que han recibido sin merecer se alimentan uno por uno. Papá gusano ha sido un buen padre para con sus hijos. Mamá gusano le espera todos los días desde su grieta en el tronco deseosa de hacerlo felíz. Gusanito y Gusanita son buenos hijos para con sus padres, argadecidos y respetuosos. Llegaba desde lejos el murmullo de los niños de una escuela primaria, de sus inentedibles estupideces, junto con ello la voz deprimida y deprimente de una mujer hablando por un microfono.

La luz del sol arriba en el cielo les impedía ver la araña que unas ramas mas arriba se estaba de pie, inmovil. Cuando menos lo supó Papá gusano estaba atado colgando de una rama deseando dejar su cuerpo atras. A Mamá gusano la ató contra la hoja de la que comía y la violó golpeandola en su cara de gusano de cuando en cuando, mientras se quitaba con las otras patas a los niños gusano que intentaban ridiculamente pelear con la araña que era tres o cuatro veces mas grande que ellos. Corran! gritaba Mamá gusano entre lagrimas. Los niños gusanos se echaron a andar tras un rato. No habían llegado absolutamente nada lejos cuando la araña los tomo por detras y golpeó tanto como le fue posible con todos sus puños, los ató el uno contra el otro y los llevo hasta donde su madre. Ahí les platicó las historias de cuando su madre era una prostituta y las cosas que había hecho con detalle. Mamá les dijo que pronto estarían todos en el cielo de los gusanos. Araña se aseguró que Papá gusano observara con detalle como morían uno a uno. Se acercó hasta él al punto de besarlo. Le contó que el no iba a morir, muy por el contrario su existencia y su muerte cobrarían finalmente sentido, sirviendo de ejemplo para otros gusanos de cómo no deberían de andar merodeando por ahí comiendose las hojas de los arboles robadas. Despues estiró la telaraña de la que colgaba Papá gusano hasta que estuvo a menos de dos metros del suelo, quitandole todas las ganas de seguir viviendo, ahí, colgado, incapáz de si quiera arrancarse la vida. Impotente. Desesperado. Arrojado. Contando segundo con segundo.

Papá araña regresó a la hoja y tomo a los tres gusanos muertos y los llevó a casa. Mamá araña le esperaba en la esquina de la telaraña deseando hacerlo felíz. Papá araña se quito su uniforme del trabajo mientras Niño araña llevaba los gusanos a la cocina donde Mamá araña preparaba un dry martini. Niño araña y Niña araña son buenos hijos para con sus padres, agradecidos y respetuosos. La familia araña se reune disponiendose a comer.

Fue justo en ese momento cuando sudando ligera y desagradablemente pasé yo por ahí. Vi un gusano colgando a la altura de mi cabeza y al perro del vecino que no se echó a ladrar nada mas de verme. Caminé hasta mi casa no deseando otra cosa que comer y echarme a dormir, esperando no recurrir en mis pesadillas con conejos.

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