10.29.2012

What Love Is





To control the monster, 

the monster of God, 

created a monster. 

10.23.2012

III. Grief Point




-¿Te acuerdas de Helga?.-
-¿Helga, Helga?.- contestó ella desde el baño.
-Ajhá.- asintió él con un ruido.
-Si.- rió -forever friendzoned.-
-Forever friendzoned.- repitió él en su cabeza. Pero no dijo nada.

Si tan solo no hubiera deseado tanto. En su cabeza estúpida. Por tanto tiempo. Quizá entonces hubiera sabido cómo actuar. Habían pasado mas de trescientas sesenta y cinco eternidades hasta entonces, y mil etceteras. Mirarla así, sin la presión social, sin el ruido estúpido de las calles, sin la maldita sobriedad. Llevaba aún las rodillas lastimadas, como era su costumbre, para tener algo de que quejarse. Llvaba las marcas del mareo en los dobleces de su piel. Y el sonido guardado de los pasos en el rechinar de la madera entre sus pechos. Oliver destapó de un movimiento la tapa de la coladera. Al mirarla, recordó que se habían gastado la noche hablando de lo hermoso entre la muerte.

-Yo estaba equivocado.- dijo él- Equivocado, equivocado, equivocado. Una mala lectura de la situación.
-¿Cual sería una buena lectura?- ella preguntó.
-La lectura correcta es que no logro entenderlo. En lo absoluto.-
-Canastas de día de campo, llenadas con sangre.-

II. Amarilla




Leerte hasta que te duermas.
Tu recostada me escuches.
Decirte el opio en las nubes.
Te sientas mejor.
Ó olvides.
La antigua mierda.
La presente mierda.
Ó olvides,
cuando menos lo mal que te sientes.
Te quedes dormida con mi torpe opio en las nubes.
Que no es mas mio que de dientes para afuera.
Hasta volverte un gato,
musica,
un gato,
un niño,
amarilla,
un pescador,
su alma.
Que vayas a encontrarme al centro comercial,
entre el humo.
Encontrar la cura.
Que estes bien.
Huir al norte.
Prometer.
Intentar nada.
Te sientas mejor.
Mientras te digo el opio en las nubes.

I: Siberia



-Debo irme a duchar, beber, drogarme y dormir, para mañana regresar al infierno.-
-Que es la vida.- respondió ella.
-Sin ti.-pensó él. Pero dijo nada en absoluto. Ella ya había colgado.

Su vida, por mas insignificante que parezca, era la unica que tenía, la más importante, la unica que alcanzaba a recordar. Un palacio digital.

Al día siguiente no logró levantarse. Se reportó enfermo. Sus superiores en la oficina no le creyeron por supuesto. Lograron disimularlo lo mejor que les fue posible. Dedicó el día entero a limpiar su casa, metiendo en cajas las cosas de su gato muerto. Se cortó todo el cabello. Quería parecer lo que parece la gente cuando la gente misma, la ellos mismos se ve, afeitado y con el cabello corto: una buena persona. Ser tratado así. Sentirse así.

Ya en el salón de clases no consigió sino aburrirse frente al gordo profesor que no paraba con las historias de la tercera internacional y Adolfo Sanchez Vazques, a quien siempre había considerado un completo imbecil, por no decir un pendejo.

-Tengo miedo. Mucho.- dijo él.
-Yo también- dijo ella, -miedo de irme a dormir.-
-Sin ti.- añadió él en su mente. Pero no dijo nada. Ella hacía tiempo que ya no estaba en ningún lado.