5.22.2012

Dejalo llover

Mi respiración enferma,
atada a una cruz maleada por mi padre y sus pecados,
una bruja misericordiosa entrando por el brillo de mi ojos,
mientras me escondo un rato,
hasta que pase la temporada,
pasen años,
rios de tinta,
rios de sangre,
rios de orina,
rios de verdad,
dejando el miedo a morir diente por diente,
tontería por tontería,
y halla siempre la manera de decir la verdad,
sin dejar de mentir,
encontrar el refugio en la carrera,
perder el interés en el lugar al que ibamos,
refugio entre los pasos apresurados,
apretados,
con los huesos crujiendo,
o receta secreta,
receta segrega,
sangre, sudor y pus.

Esta ciudad es mierda,
esta ciudad soy yo.

Por favor perdoneme,
las cosas imposibles de decir,
si alguna vez he sido grosero,
pero cualquier tonto podría decirte,
pobrecilla señorita,
con su mano llena de nieve,
pobrecilla señorita,
no tiene manera de saber.


Por encima de estos miedos congelados,
por debajo de esta carne sucia y rota,
y arreglada torpemente,
por detrás el cuero abierto,
y sus manos extendiendo la comida,
como espinas,
o palabras que torpes todas van al cielo,
y los angeles comen de ellas,
como comen de lo que queda a veces de mi,
trae la lluvia,
trae la guerra,
no tengo mas a donde ir,
así que traelo aqui,
el infierno,
¿a donde más hemos de ir sino a ningun lado ahora?
al fondo del mar,
dejalo llover.

Felíz el día que Jesús lavó mis lágrimas,
oh,
felíz el día.

Me enseñó como caminar día con día,
noche y día.

Oh felíz el día.

 



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