4.25.2012

Olor a carne quemada I

What we love was not enough. 

En el aire se percibía el olor de la carne quemada. El bosque ardía. En el vaso de café el whisky se calentaba mientras el humo se colaba en mis ojos. El bosque ardía a kilometros de ahí.

Caminé ligeramente torpe hasta el super mercado, no era tan tarde, y si lo era no lo sabía.
Pude ver mi reflejo en los espejos del ATM. Deseé que fueran mentira. Observe el saldo en la tarjeta lo suficiente como para salir corriendo. Deseé que fuera mentira. Acto seguido regresé por la tarjeta.

Fui hasta la sección de panadería, tomé dos empanadas de atún. Me dirigí a la respectiva caja. Habiamos varios esperando a la persona encargada que atendíera. Para cuando terminé de comer la primera empanada algunos ya se habían marchado. Incluso un empleado del supermercado, con su chalequito verde y todo, me vio comer deliberadamente de un pan que no había pagado.


Pensé que el gato debía estar hambriento. Compré agua mineral pues quedaban un par de sorbos de whisky.

-No habías venido aqui de noche? La panadería se paga en caja normal. me dijo el empleado homosexual del turno nocturno 

-No respondí, digo, si, pero nunca vengo a cenar. Cuando vengo, vengo demasiado ebrio y a comprar alcohol. no lo encontró simpatico ni poquito. Ni yo.

El muchacho no debía estar tan furioso. Era lunes, lo que significa que los fines de semana tiene el turno de día para de noche gastarse su salario ridiculo como hacemos todos.

Hay quienes lo tienen peor le dije.

Pagué el agua mineral.

Salí.

A dos cuadras, ya muy contento de no haber pagado por mi cena fría recordé haber dejado mi mochila en los lockers del mercado. Me detuve.

Son unos de esos lockers tan de moda ahora que uno pone una moneda y deja sus cosas dentro, despues inserta la llave y regersan ambas, cosas y dinero. Recordé tambien como una señora de cerca de 70 años no podía creer que yo no entendiera ese sistema, yo no podía creer lo feliz que  la hacía, y la dejaba continuar, fascinado. Le di un par de monedas. No vayas a dejar ahí tu dinero, repetía, te lo regresa! El dinero! 

Di media vuelta. Regresé. Tomé la mochila con la botella de whisky. Me dirigí a mi casa. El telefono sonó en el camino. Recordé que no había comprado comida para el gato, que se joda pensé. Que se joda él pensó el gato. Tantos planes.

Seguí despierto hasta las 3 a.m. En mi cabeza yo seguía caminando entre el humo y el olor a carne quemada, fumando, con mi vaso de café hasta el tope de whisky, dando ligeros tumbos, segun yo imperceptibles,  hasta despertarme para decir Que tienes todo echo un cagadero! y dormir hasta no recordar nada. Que de nada sirve.

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