4.26.2012

Olor a carne quemada II

Las sombras verdes se golpeaban unas con otras en el suelo haciendo de dos objetos uno. El humo invadía las calles. Todo nuestro mundo como lo conocíamos, como lo ingorabamos, había cambiado en un abrir y cerrar de piernas.

Recibí un mensaje. ¿Puedo dormir en tu casa esta noche? Contesté que sí, sin saber lo que pasaba. Pregunté. -Necesito no dormir en mi casa. Problemas. Michoacan. La Familia. Balazos. Paranoía. Si. Nos dimos la información necesaria. Él para que yo supiera que estaba preocupado, yo la para que él creyera que yo no.

Nos encontrariamos al terminar mi clase. 20.30 hrs. Salí 15 minutos mas temprano. No había nadie en los pasillos. Hey, has visto a M? pregunte a la señorita argentina que cruzaba de un edificio a otro. -Ese chavón que se joda.- respondió. Escuché a alguien hablar de los animales muriendo en el bosque quemados mientras caminaba por detrás de mi. Hazme un favor quieres? Si lo ves dile que me fui a mi casa, lo estuve esperando y fui a mi casa. Creo que esta en problemas. Ella dijo que lo haría solo porque lo pedía yo.

Caminé con desitno a la parada del bus. La gente seguía hablando del incendio. Los brigadistas. Había que llevarles algo. -¡Unos bisteces!.- Aprovechamos hacemos una carne asada, llevamos unas cervezas, unos bomobones para el anochecer y una guitarreada. Guitarreada es de esas palabras que no soporto. Por Dios.

Sonó mi telefono. Era M. Nos encontramos por fin en una calle por ahí cerca. Me contó el lio en el que se había metido. Sus miedos eran jsutificados. Me pidio que lo acompañara a su casa. Solo tomaría una mochila con unos documentos y nos iriamos a mi casa. Pasaría un par de noches y despues migraría a otro lado.Cuando estabamos a un par de metros de su puerta me pidio que lo esperara ahí. Lo esperé.

Pasó un rato largo hasta que regresó. ¿Sabes que güero? Me voy a quedar. No era agradable escuchar eso, pero no era desagradable tampoco. J y aquellos que viven con él le han pedido que no se vaya, que no les deje. M ha decidido quedarse, enfrentar aquello que quizá es nada, sino puro miedo, pero ¿cuando dejó el miedo de ser eso que mueve al mundo?

Te acompaño a la esquina.- dijo. Cruzamos varias esquinas, yo aún tenía muchas preguntas que el seguía respondiendo. Llegamos a unos tacos. Yo pedí dos. El me vio comerlos. Lo acompañé dos esquinas más de regreso. El humo invadía la ciudad y cada auto parecía hostil, parecía el fin. Yo tenía algo de miedo de verle así.

Nos despedimos. Tomaríamos unas cervezas al día siguiente, si él quería. Yo caminé hacia el tren pensando que esa sería quizá la ultima vez que lo viera y me sentí mal por pensar eso. Despues me sentí bien por sentirme mal por pensar eso. Y así al infinito. Despues pensé en el infinito hasta terminar abordo del tren.

Nada me hacía sentir muy bien. Las calles estaban invadidas por la niebla y sus fantasmas. La gente parecía toda igual. La gente era toda igual, animales muriendo en el bosque. Carne asada. Intentaba concentrarme de cuando en cuando en un par de tetas y no funcionaba si quiera eso. Llegamos a la estación juarez. Montón de gente salió. Montón de gente entró. Entonces por fin entró una señorita. Era facíl de creer. Un rostro detestable como el de un niño. Enfadoso. Su cabello desaliñado. Su blusa color aqua, horrendo. Entonces me concentré en ella que no notaba si quiera mi presencia. Me perturbaba. La quise por ese instante. Tenía los ojos bien clavados en un joven de cabello largo, lasio, vistiendo una playera de resaca inevitablemente me recordaba al personaje de Jody en Shameless. Los imaginé haciendo el amor entre flores. Pobre de mi.

Bajé del tren en una estación cuyas escaleras van a dar de bruces con la calle de mi casa. Todavía sentía ahí esa mezcla de miedo, humo y depresión. Caminé atento a todo hasta confundir a alguien que creí que conocía. Alguien a quien detesto. Quería odiarlo de cerca asi que apresuré el paso. La luz se puso roja en la avenida. Me puse a su lado. No era quien yo creía sino el cajero que me había regañado una noche anterior. Me miró. Yo supuse que estaba por empezar su turno. La luz cambió a verde y crucé la calle.

Llegué a casa. El gato tenía hambre. Puse en el plato la mitad de lo que quedaba de comida, la otra mitad se la daría al día siguiente en la mañana. Pensé que su hambre se debía al olor de ave quemada que nos envolvía a ella y a mi. Me sentí hambriento. Bebimos el gato y yo aquel humo hasta caer dormidos, para olvidar el hambre y nada más. El mal olor y nada mas. Cosas por hacer mañana: Comprar desodorante, comprar talco.

Nick Cave cantaba desde su alcoba. 





All things move toward to their end, 
on that you can be sure.

No hay comentarios.: