1.03.2006

El joven del jardin

Estaba el joven sentado en el cesped de un jardin poco recurrido. Nada recurrido para ser exactos. Porque apenas y cumplía con los requisitos que un area verde necesita para ser llamada jardin: un arbol, dos arbustos nada simetricos, tres arboles pequeños, cuatro flores, a las que podríamos llamar silvestres, y un abastecimiento inmenso de tierra.
El joven se encontraba, podríamos decir, en el centro del jardin (si consideramos que los desiguales, malmedidos y chuecos lados del jardin formaban una figura que pudiese tener centro). Desde ahí alcanzaba a vislumbrar las dinamicas luces de un semaforo que osrevaba detenidamente, pero sin dejar de presionar con su mano izquierda el abdomen, queriendo detener el trafico violentamente rojo, que el orificio situado debajo de su ultima costilla izquierda iba vertiendo sobre su camisa blanca, que ya no lo era tanto. La mano derecha (por no decir el codo y todo el antebrazo), por su parte, servían de sosten a todo el cuerpo inclinado sobre ellos, es decir, las maltratadas piernas horizontalmente sobre el pasto, la espalda formaba una rampa de aproximadamente 25º conforme al suelo. Y la cabeza del joven mirando al semaforo, interrumpido solo a veces por ese colgar su cabeza del cuello, para dejar descansar este ultimo.
Bajo aquel semaforo, objeto de su admiración, la gente se sigue acumulando, todo al rededor de un par de automoviles (si podemos llamarle asi al conjunto de alambres y alambrones malacomodados y amorfos) que permanecían inmoviles, con un par o dos de personas (si podemos asi llamarles también) en el "interior", en el mismo estado de dinamica y forma que los autos.
El joven optó por aflojar el nudo de su corbata roja y desabrochar el primer boton de la camisa. La expandida mancha en la camisa ala altura del abdomen, hay que decirlo ¿Porque no? hacía juego con la corbata y combinaba con el azul marino de su pantalon, cuyo cual, estaba sucio y graciento, cosa que impedía percatarse de otras manchas de la misma epsecie que la primera, pero sin dejar que pasen por alto las rupturas que presentaba en la entrepierna, junto a la bolsa izquierda y otra al final de la manga donde se abría la costura lateral exterior derecha, desde la rodilla hasta el empeine, lo que le daba un aspecto setentero entre otras cosas.
Un par de señoritas, temerosas y finas transeuntes del descuidado barrio, hicieron este ultimo señalamiento acerca del pantalón, al que denominaron old fashioned, al igual que al cabello despeinado y manchado del joven, eso si, la corbata si que venía al caso- comentaban entre ellas- era lo unico rescatable de aquel anticuado tipo, que además tenía los peores gustos para descansar.
Sobre el cesped, aquel joven iba haciendo pequeños surcos sobre el lodo con los dedos de su mano derecha, que se negaba a sucumbir frente al poco peso de su cuerpo. Los ojos grises y bien abiertos no se apartaban de aquella borrosa imagen del tumulto bajo el semaforo, al que nadie hacía caso ahora. Y quizá ni ahora ni antes, porque de haberle hecho caso seguro que no estarían los autos en ese estado, y la gente no se hubiera reunido ahi con sus caras de ridiculo asombro y estupida preocupación, a las que ahora se sumaba una sirena, un par de luces ambar y tres paramedicos con cara de ser capaces de calmar a cualquiera.
Pero el joven del jardin no parecía tan calmado despues de todo y antes de intentar soltar un grito, dejo de nuevo colgando su cabeza del cuello y la alzó para dejar salir un minusculo sollozo que ni siquiera él escucho, porque ni siquiera abrió la boca. La excitación solo se notaba en sus ojos bien abiertos y sus cejas perpendiculares. Al hacer este ultimo movimiento hizo notoria su presencia en el jardin para un oficial de policia que pasaba por ahi casualmente. El oficial notó esa anormal conducta del sujeto del jardin - Quizá estaba tratando de esconder algo - el justiciero pensó -Quizá tenga droga por ahí guardada, o ¿Que tal que la acabe de consumir?¿O si casualmente resulta que esta bebiendo? o peor aun ¿Si estaba fornicando y esconde una chica debajo de esa chaqueta azul? - Solo Dios sabe cuantas mas barbaridades y de que tipo fue imaginandose el oficial mientras caminaba al rededor del jardin para concretar alguna de sus sospechas. Pero para su desgracia, y la de algunos mas, antes de comenzar su quinta vuelta se marchó, decepcionado de no encontrar mas que aun tipo raro y sucio, al que le gustaba el color rojo y que parecía ser demasiado aburrido y palido.
El joven al verse tan presionado por el ruido que hacía aquel aparato estridente que iba penetrando lentamente los restos del Honda Civic que solía manejar su novia, se vio obligado a resbalar su codo derecho y ensangrentado, sobre el lodo para quedar acostado completamente. Todo sin retirar en algun momento su mano izquierda del abdomen. El ruido no cesaba y el joven alcanzó con su mano derecha la bolsa izquierda de si chaqueta de donde saco una caja con cigarrillos, con algo de esfuerzo se colocó uno en la boca enterregada, y con el encededor de gasolina que acababa de sacar del pantalón, puso a consumirse el cigarrillo.
Comenzó a respirar hondo, y a formar grandes nubarrones que parecían subir a tocar el cielo que a su vez se iba oscureciendo, y ya dejaba ver las primeras estrellas.
El joven recostado sobre sus cabellos iba esperando anciosamente que cesara aquel sonido que se conjugaba con el rechinar de llantas que aun le agitaba la cabeza desde hacía 2 horas, una y otra vez.
A un par de señoras, masomenos jovenes, que solían pasear a sus mascotas y a sus niños, masomenos jovenes, les tocaba coincidir aquel día con aquel joven, que ahí tendido iba respirandose el humo -humo al que aquellas damas habían denominado "mortal"- que parecía ser el mismo humo que en ese instante sostenía en sus grandes bocanadas el anhelo de aquel joven.
Las respetadas mujeres, en su breve y delicado conversar sin puntuación, habían tocado el delicado tema de los hijos, sin olvidar poner un pequeño enfasis en las palabras: "holgazan", "maleducado", "desentendido", "desatinado", "malformado", "descuidado", "poco querido" y "olvidado", al mencionar que no quisieran que sus criaturas terminaran de aquel modo, haciendo un pequeño ademan con el dedo que se dirigía, como sin querer, hacia aquel joven que encnedía un segundo cigarro, sin hacer esfuerzo alguno para levantarse del suelo, peinarse un poco los cabellos o sacudirse las manchas negras y rojas que llevaba en todo el cuerpo.
Permanecio con los ojos abiertos al cielo, a donde se le escapaba el humo, y pensó que le gustaría a él también (si existía un cielo) llegar ahí. Y pensó en rezar. Para sus adentros recitó - Padre... Padre nuestro - recordaba con firmeza - Padre nuestro que estas en... - Para su mala fortuna había olvidado donde era que Dios estaba. Tantos años repitiendolo tan claramente y hoy que había decido ir a buscarlo, había olvidado donde estaba y se preguntó - Si yo fuera Dios ¿Donde estaría? - Y en sus escasos minutos de cavilación como intento de repsuesta concluyó - Si yo fuera Dios estaría controlando las luces de todos los semaforos y me aseguraría de que todos las observaran-.
El joven hizó un esfuerzó, se acomodoó en su posicón original y contempló de nuevo el semaforo, el tumulto, al que se habían sumado dos señoritas, un policia curioso y dos señoritas masomenos jovenes con sus dos hijos masomenos jovenes. Del tumulto sacaban ya grandes trozos de ropa rellenos de algo, cubiertos con sabanas blancas, que le recordaban a su camisa, la cual seguñia sosteniendo con su mano izquierda.
El semaforo permaneció en rojo, contraste perfecto al negro del cielo. El joven fumo, contraste perfecto perfecto al olor de la vida.
La luz declaro el siga. su cigarro se apagó y el joven se desplomó.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me gusta. no poedo evitarlo.
me gusta como perturba mi débil cerebro. me gusta más que no sepas. Mejor así sin que te des coenta
de que tenemos el mismo vicio de desmembrar vivencias, mitad propias mitad ajenas. mientras yo me ahogo en flores y mariposas
y tu te disoelves en cigarros y notas. descríbeme el gris de las cosas para que me siente a llorar por mi fallido intento
de llenarlas de colores y formas. hablame de tu patética existencia y de tus inverosimiles ocurrencias, de ese zumbido mudo
que moestra, no lo que eres, sino lo que quiero que seas.bendita la musa que provoca tu maldita prosa.me manda codigos
en clave morse que me hacen recordar todas las cosas de las que no soy merecedora. una disculpa por mi egocentrismo,
parece que no conozco otra cosa.
no te perdono no hablarme en mi cumpleanios jaja me debes una llamada.

att. cloberta godofreda de la pompa y pompa