3.12.2014

Shrink Dust, Weight Sin Ave.



Estabamos robando una bicicleta. Era de noche. Todo ibamos vestidos igual. Pantalón de vestir negro, camisa blanca. Esa combinación que tanto detesto. Los mas jovenes se adelantarón a la bicicleta que estaba atada en un estacionamiento bajo un edificio de apartamentos. Así no se hace, pensé. Una mujer llegó en un auto blanco, nuevo. ¿Que estan haciendo? ¿Julian les prestó esa bici?.- Yo ya había dado vuelta y empezado a caminar con las manos en los bolsillos como si no estuviera enterado de lo que pasaba. Apresuré el paso porque al final, venía vestido igual que todos ellos. Entre a un ATM de luces azules. Saqué todo el dinero que me fue posible. Saliendo de ahí, giré la cabeza en direción a los apartamentos. Había una patrulla ya ahí y habían agarrado a cuando menos dos de los mas jovenes. Volví la cabeza a la avenida y vi a Fernando y a Mario, los hermanos. Venían fatigados. Les expliqué que correr no era buena idea. Caminamos al estacionamiento subterraneo y fumamos un cigarro ahí. Una patrulla nos paso por encima de la cabeza. -Rapido, las tarjetas, denmelas, les urgí. Me las dieron sin preguntar nada. Subí al cajero nuevamente y las ordeñé las dos, y volví a sacar dinero de mi tarjeta, y despues de las de ellas nuevamente. Debía haber un glitch. Pude veciar las tres tarjetas. Cuando iba de salida vi las luces rojas y azules bañando los muros del estacionamiento. No sé cuanto tiempo había estado en el cajero. Me eché el dinero en el bolsillo y eche a andar por una avenida donde cada edificio era un banco. Bancos rojos, azules, verdes, como monstruos todos se levantan. Comenzaba a amanecer, la luz del cielo era gris, y la gente ya estaba sentada dentro de los bancos. Una patrulla se aproximaba. Entré en el primer banco. Al lobby esta vez. Había señores y señoras sentados todos en sillas de metal frente a los cajeros que estaban aún cerrados, con las luces apagadas, e incluso, sin quien los atendiera. Fui hasta el ATM. Metí una tarjeta, sin fijarme cual. Miré por el espejo. Una señora gorda y vieja me veía fijamente detras de sus anteojos. Me giré a mirarla. -Ya te lo has llevado casi todo, me dijo, pero aqui hay más, llevate lo de nosotros. Giré al cajero nuevamente, ya me había regresado mi tarjeta. Cuando caminaba a la salida un tipo con el aspecto de Pete Holmes me tomó del hombro, y me preguntó que hacía ahí. Esperar, dije. Y fui y me senté en la fila de hasta el frente de las cajas. Se sentó junto a mi. ¿Que operación vas a hacer?, -Un depósito, Ya veo, ¿puedo saber la cantidad? -No, respondí. ¿Te das cuenta que llevas una cantidad ridicula de dinero entre las manos? Miré, y sobre mi regazo entre mis manos una cantidad de billetes nuevos de todas las denominaciones se asomaban de manera indiscreta. ¿Cuanto? repitió. No lo sé, dije, .-me imagino que debes tener algo de cambio, no creo que solo viajes con billetes de tan alta denominación. Metí mi mano en el bolsillo, por supuesto, dije. Toqué un par de monedas. Un par de billetes. Los saque. Dos billetes de 20 y uno de 50. -Estos billetes no se parecen nada a estos otros, me dijo, ¿como ha podido suceder? Ninguna cosa se parece nada a otra, dije. -Espera aqui hijo. se puso de pie, cuando giré la cabeza para verle me dijo, no te muevas.

Me puse de pie y caminé a la salida. Fui interrumpido por los brazos delgados de una señorita. Llevaba unas brazos delgados y blancos, los ojos grandes, grises, azules, el cabello rubio, los huesos de su cara parecían perfectos, era lata y delgada y parecía haber pasado toda la noche en una fiesta. Me tomó del brazo izquierdo, ¿Tienes una moneda que me puedas dar antes que vayas a prisión? Miré el puño de acomodados billetes que llevaba aún en las manos, la miré a los ojos, tenía violeta los párpados, las sombras. No, dijo, una moneda, solo una moneda y te puedo mostrar algo para que recuerdes mientras pasas tu tiempo en la carcel- se desabotonó el pantalón y comenzó a estirar sus bragas hacia abajo. Me busque en el bolsillo donde las había sentido antes. Cuando por fin se bajó las bragas y el pantalón por debajo de la pelvis me mostró un par de testiculos, no había un pene o un solo pelo púbico ahí, no había tampoco una vagina, era solo un pubis liso y unos testiculos colgando al final. Saqué las dos monedas que encontré, se las dí. Se subió el pantalón y lo abotonó mientras me sonreía.

El gerente regresó con un tipo mucho mas viejo que él, delgado, alto, con unas gafas gruesas, estaba casi completamente pelón, parecía un esqueleto embarrado de pellejo. Me tomo del cuello. Y me encaminó hasta donde había sentado antes. El gerente y otros cuatro tipos se sentaron con nosotros. -Te voy a mostrar una pelicula, me dijo y desde un aparato que parecía una maquina de tortura para filmes salió la luz de algo que se suponía debía proyectarse en algún lado. La luz parecía, ciertamente, torturada. Se me escapó un largo suspiro sin darme cuenta. Otra patrulla de policía cruzó la avenida allá afuera, la pude ver por el ventanal junto al ATM, sentada con la mirada fija sobre mi, la vieja abuela no se movía o parpadeaba. Busqué un reloj. Debían ser las 5:00. Parecían las 7:00 Eran las 6:18




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