3.07.2013

Nighthawks

Here’s to kissing you, kid.

You haven't looked at me that way in years. 

¿Te acuerdas el cuento del ave que se había enamorado de la ballena? .-No. ¿Cómo no?- Pues no me acuerdo ¿Que quieres que haga?- Ella bailaba como si tuviera que ir al baño, caminando de prisa, con las manos en las bolsas. Él la miraba sin creerle una palabra, aún a sabiendas que ella jamás le mentiría. No podía. Dijo. A donde iban ahora sino a ningun lado. Pasaron frente a un hotel colonial. El sol escondía su culo del otro lado del mundo, pero no por mucho tiempo. -Si, si, que le dice el ave que no puede vivir todo el tiempo en el oceano.- Mmm.- Ella le ofreció el cigarro, él no tenía realmente ganas de fumar, pero que importaba -Y la ballena le dice que él no puede vivir en el cielo para siempre.- Soltó el humo. -¿Y porque estan enamorados?- Ella ya había recuperado su cigarro, él perdía con cada paso el aliento.-Pues no se. Era un cuento que contaba un marinero si le invitabas una cerveza- Ella rió. -¿Donde? Exactamente.- Pues allá donde el oceano esta lleno con lagrimas.- Pf!.- La colilla al suelo. -¿Que tipo de ballena era?- Asesina.-. Ella se sonrió. Entraron en una casona abandonada. Arquitectura francesa. Pasaron por la abertura de una purta rota. Había gente durmiendo entre basura. Él casí susurrando siguió. -No llores, porfavor, decía el ave, dejame secar tus ojos.- Un vagabundo levantó la cabeza del suelo, los miró y siguió durmiendo. Había muros caidos por todas partes y ni un solo cristal en las ventanas. -Le pide que le prometa que va a esperarlo ¿sabes? y le promete que nunca se van a dejar, que él siempre va a pretender que le pertenece.- La luz ya se asomaba pálida por los patios gigantescos y pestilentes. Un gran muro se levantaba en el fondo. Se abrieron paso entre los kilos de basura y los indigentes  y llegaron hasta donde un gran ventanal se extendía frío y solemne contra la faz de Catedral, aquella casa debio haber sido preciosa alguna vez. -Al final dice que sabe que los dos deben partir. Los dos lo saben.- Ella estaba dando lumbre a otro cigarro. Miraban el horizonte como si fueran los mejores amigos. -Que no llore le dice, porque aún así siempre podrá vivir en su corazón.- Ella le ofreció el cigarro. Él lo tomó. Ella. -Hueles a whisky, axila y perfume de vieja y no te has cambiado en días. ¿Así fuiste a trabajar?- Él. -Sí.

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