6.27.2012

Indian Summer

Las llantas reventarón sin aviso previo como suelen las llantas hacerlo. Para cuando Danilo se dio cuenta no sabía quien era ya. Su mente se colapsaba esperando el estallido de su cuerpo tronando contra la próxima cosa que se le pusiera enfrente.

Se imaginó por un minuto sentado frente a su tarro de cerveza en casa, mirando a lo que alguna vez creyó era el infinito hasta que se dio cuenta que no creía en el infinito, en lo absoluto, en dirección al monitor. Se recordaba a vecez explicando que él mismo era una pérdida de tiempo, que le abandonaran. Su cigarrillo se había agotado hacía mucho, pero aún salía humo de la colilla dormida en el cenicero, intentando desesperada esparcir su torpe fuego, desprendiendo, a juicio de él, un olor a chile de arbol quemandose a lo lejos.

Flores, te he traido flores. Le repetía. Flores que te recuerden estos tiempos cuando todo haya encontrado por fin su lugar. Escribió canciones como si la vida fuera un fin de semana, cuando le prometía que un día se irían a vivir a Californía y vivirían entre tablas rotas y tiendas de marihuana medicinal. Ambos tendrían sus sueños y sus sueños se verían destrozados por la realización de los mismos en lo asqueroso de la realidad hasta el hastío, hasta detestarse.

Dio otro trago a su cerveza para darse cuenta que no era suyo. Que nada era suyo. Que cualquier fin de semana vendría alguien a reclamarlo todo con recelo. Deseó fuertemente no estar sentado en su escritorio y seguir colapsando por culpa de alguna negligencia del fabricante de llantas. Su deseo se vio destrozado por la realidad y estaba de vuelta ahí con el cuerpo sujeto a una aceleración inconstante a merced del viento. ¿Si un hombre cae en medio del concreto y nadie lo escucha, y nadie lo extraña, aún así habrá muerto? ¿Aún siendo así estará equivocado?

Cuando su cuerpo dio por fin de bruces con el suelo pensó que ojalá doliera más. Que muriera y esa gente que había sido mezquina con él ese día sin razón se sintiera mal en voz alta, esa gente que lo quería. Y esa gente que tuvo bien en ser piadosa y comprensiva conservaran cierto gozo en secreto. Sin miedo a la competencia se entregó al concreto al salir su patineta disparada en dirección contraria. Lentamente se resbaló rasgandose la piel, y las ropas sucias con ella.

Rodó hasta que la fricción se apiadó de él. Pensó en pecas Danilo y en los dichos de su madre. Pensó sobre todas las cosas que no quería levantarse ya. Si nadie le estaba viendo de cualquier forma, si no estaba pensando nada de cualquier forma, si estaba muerto de cualquier forma. Su historia era aburrida e insignificante. La gente estaba cansada. Su amor era aburrido en insignificante. Él estaba cansado.Sus palabras eran aburridas e insignificantes. Cómo un fin de semana. Salía sangre de algún lado. Como si fuera un eterno fin de semana había llegado el verano.

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