9.02.2008

Gustav

Lo primero fue dormir. Despues quejarme. Y es que para dormir tenía que pasar mucho tiempo. Más del que cualquier manera de vida sofocada y agotada podría soportar antes de caer en los brazos del negrito de la matrix.

Lo primero fue dormir. Y dormí. No como un niño. No como un tronco. Dormí como quien duerme despues de estar despierto. Eso me bastó, Despues quejarme. Y cuando no quedaba más. Volver a dormir. Alguien me devolvió alguna llamada, sin embargo no recuerdo bien. Ni recuerdo mal. Ni recuerdo casi nada.

Desperte hasta entonces. Era lunes o algo asi. Y no me pregunté por mi sueño. Pregunte mas bien por mi vida. Por lo que hago. O por lo que he dejado de hacer. No pregunté por las horas que dormí. No pregunte por lo que había pasado mientras lo hacía. Igual por mi, el mundo podría congelarse y estar en paz un segundo. se podrían morir todos para volver a nacer cuando despierte, o convertirse en gigantes ramos de flores blancas, negras y rojas, despues explotar en millones de miniparticulas de colores extravagantes y volver a formar cuerpos descuidados y malformados, y que yo, solamente yo, no me diera cuenta.

La historia de mi vida. El corazon que no ve. Los ojos que no sienten. Pero ¿Como va a ser eso posiblie si yo apenas se quien soy? ¿Como pretendes que te recuerde, si apenas conozco esas piernas?

Me quejé. Me quejé, porque gritabas y decías que todo era culpa mía. Y asi mi nombre cambio a Vietnam, mutó en Iraq, Palestina, Georgia. Dejarón de llamarme desempleado, para llamarme desempleo. Cambiaron mi adjetivo, no objetivo, de analfabeta, por el de analfabetismo.

El principio era yo, y antes de mi no había nada, excepto Elvis. Se abrieron orifcios por donde se asomaban dedos sanos que apuntaban hacia mi. Yo fui la guerra, la desesperación, el rechinar de dientes, el opio del pueblo, el desamor, el impuesto injustificado, el derecho humano, la obligación inhumana, la hambruna, la desproporción. Fui Katrina. Fui Gustav. Y tu solo mirabas, porque ya me habías perdonado. Porque me perdonabas y no olvidarías. Me perdonabas cuando bebías.

Alguien quería que aquello durará para siempre. Y asi fue. Porque la culpa, como el amor, no se crea ni se destruye, solo se olvida y se transforma.

5 comentarios:

Camila Mardones dijo...

Y tú querías que yo te perdonaba por que eso te hacía creer que eras un ser bueno, y casi creímos que lograríamos ser algo así como un complemento.
Que tu complementaras mi espacio vacío y que tu espacio a medio llenar fuese ocupado por mí.
Y casi casi nos creímos nuestro cuento.
C u e n t o.

Camila Mardones dijo...

Tú querías que yo te perdonara*
No perdonaba.

Plup!

R dijo...

un día, quizás nunca, mañana, tal vez...

me arrancaré los ojos y los pisaré, como no querer devolverle la mirada al mundo, algo parecido a la vergüenza, pero desafinado, sin sentir, lleno de nada, o como quizás otra cosa, lo que ni si quiera yo puedo decir y que es lo que siempre he querido hacer, tener voz, hablar, ser escuchado, escuchar, o bien, estar en el mundo, o en ningún lugar, enviar una carta a una dirección incierta y ser respondido, vivir la calma en la guerra, ser de sangre fría, azul o verde, ni siquiera tener sangre, o conocer la libertad.

respirar parece suficiente, así como suficiente es el cielo para todas las nubes brillantes cargadas de negra lluvia, veo mi reflejo en un charco, removiendo la máscara, un ser disuelto en lígeras oscilaciones que se escapan del centro.

recuerdo que recordaba.

Camila Mardones dijo...

Un whisky y un beso?

Sofistóteles dijo...

Yo recuerdo ciertas cosas,
casi todas diferentes,
ninguna se parece a otra, en eso sí se parecen.

Yo recuerdo ciertas cosas, que en algo al fin se parecen,
casi todas son iguales, por que siempre son diferentes.