12.31.2005

Fragil

Por la calle "camino abajo", muy angosta por cierto, caminaba yo. Una calle en los suburbios donde brilla el sol bastante para ser 31 de diciembre. Vi caminando hacia mí la pequeña figura de un niño, de escasos 12 años casi recién cumplidos, de cabello rubio como lacio y despeinado, que hacía juego con su sonrisa de pícaro cuya cual no alcanzaba a ver porque venía escondida tras una caja de cartón gigantesca con grandes letreros de FRAGIL por doquier. El niño se llamaba Manuel, y así lo salude. Él respondió igual llamándome por mi nombre, cálidamente mientras dejaba con cautela, en el suelo aquel enorme paquete.
-¿Que tal las fiestas?
-Son fiestas
-¿Los regalos?
-Son regalos
-¿Tu madre?
-Es mi madre
-¿Y la caja?- insistí.
-Ah vaya ¿Es que no se ha enterado?
-Es que no me he enterado
-Pues que están regalando días
-¿Regalando días?
-Es lo que he dicho
-¿Y la caja? - insistí
-Puede verlos si gusta. Con toda la cautela de una madre que envuelve a su hijo, Manuelito desdoblo la parte superior del paquete para que pudiera ver el interior de aquel ostentoso cubo de cartón. Asome la cabeza con curiosidad y para mi sorpresa en el interior había días. Días y churritos de hielo seco, separados (los días) por delgados muros de cartón. Eran 122 lugares por cada piso y calcule tres pisos al volumen de la caja.
-¡Pero si son 365!
-Son días- respondió
-Son 365 porque al primer nivel le hace falta uno.
-¿Le falta uno?
-Es lo que he dicho, además cada uno es distinto- continué
- cada uno tiene un color...
-Distinto - interrumpiome
-Y un olor..
-Distinto - señalome
-Y un sabor...
-Ni lo intentes- advirtiome mientras yo retiraba mi dedo que estaba apunto de tocar un martes. -Son mis días -dijo el niño poniendo demasiado énfasis en "mis".
-No lo dudo
-No lo dudes
-¿Y que vas a hacer con ellos?
-Vivirlos
-¿No sería mejor aprovecharlos?- por primera vez el pequeño guardó silencio
- Haz un plan, traza un mapa, escribe una canción con tus días. - le recomendé. Me miro, frunció el ceño.
-¿Pero son demasiados cierto?- pregunte.
-Pero no son suficientes- respondió al mismo tiempo que sacaba de su mochila una libretita, un lápiz y dijo
-Mañana usare el primero
-¿Y de que color será?
-Del que yo quiera
-¿Qué olor tendrá?
-El que yo quiera
-¿Y cuanto durara?
-Lo que yo quiera
-¿Y lo que yo quiera?
-No tienes días- señaló atento. Yo giré 360º lentamente y vi a la gente yendo y viniendo con cajas, unas mas grandes que otras, unos más felices que otros.
-¿Acabaste?
-¿Cómo voy a haber acabado?
-Como iniciaste
-Pero esto me llevara días
-Pues ya tienes algo que hacer el primero -me miro, sonrió y anoto rápidamente. Me agache de nuevo hasta la caja y mire la etiqueta "Manuel Rodríguez Recendiz. 365" y volví a oler, a ver, a sentir todos esos colores que siempre me habían parecido tan grises. Tantas cajas había yo recibido ¿Y que había hecho con ellas?
-¿Porque no va usted por sus días? ¿Tiene miedo?
-¿Medo? ¿De que?
-De tener que aprovecharlos -respondió ceremoniosamente.
-Son lindos tus días -le dije.
-Lo son
-¿Y la caja? -insistí.
-¿Porque no va usted por sus días?
-Buen provecho -me despedí.
-Gracias- y sonrió.
Seguí aquella calle angosta con decisión mientras iba pensando -Mis días estarán planeados. Mis días serán de colores, de los más exóticos. Y mire pasar a don Fidel quien llevaba una bolsa con 30 días grises, que iba tratando indiferentemente, como había hecho siempre. Llegue al lugar. Quedaba poca gente. Se me hacía tarde para tenerlos y temprano para estrenarlos al día siguiente. Había un joven de anteojos pequeños que te entregaba según tu nombre, tu cantidad correspondiente de días, en sus respectivas cajas o bolsas. Lo mejor de todo el asunto es que eran gratis ¿Cuanto no puede valer un día? 86,400 segundos. Y este señor debía estar loco ¡Los estaba regalando! A mí ya me había regalado unas cuantas en ocasiones anteriores. ¿Y que decir de don Federico? El viejo formado delante de mí. 82 cajas completas para ser exactos hasta ese día. Cuando por fin escuche que en esta ocasión serían 34 no pude encontrar en su rostro una sola pizca de inconformidad. Mi turno.
-Su turno- dijo el caballero.
-Su nombre...-mi nombre.
-Su identificación...-mi identificación.
-Su edad...-mi edad.
-¿Tan pocos?
-Y tan largos...
-Sus días
-¿Y la caja?- insistí.
-Sus días...-dijo de nuevo y me resigne a tomar aquella bolsa de m&m's que se extendía hasta mí en la mano del joven. Gire 180º, regrese por la calle "camino arriba", llegue a mi casa, tome un, un papel y comencé: Por la calle "camino abajo", una muy angosta por cierto...

1 comentario:

Anónimo dijo...

ai olaa hijo a mi regalame dias, a veces una bolsita de m&ms es mas q suficiente no? o que coidese poes y feliz aniooo