11.10.2005

A mi querida Pocahontas

La noche que Pocahontas colgó a Capitan Smith se escuchó un blues. Aun no se sabe si fue Zappa, Waits o el mismo Elvis, quien mucitó zollosante en el fondo de un bar del nuevo mundo, mientras la sangre del capitan se coagulaba en sus arterias apretadas contra la cuerda, mientras sonreía estupidamente sin dejar de ver en las manos de la salvajemente hermosa Pocahontas las manchas de sangre, vestigios de vida restantes al valiente y civilizado colonizador de corazones.
La noche que Pocahontas colgó a Capitan Smith no hubó carne para la cena, con todo y eso, pocas ramas serían capaces de soportar el bien armado cuerpo del guerrero (Sobre todo con los 600 grms. de opio que acababa de fumar en sucesion a su mujer), pero despues de una larga y minuciosa busqueda encontró en un sauce la fuerza que necesitaba. Y aun no sabemos si quien cantaba el blues fumaba o no, pues con ese dato podríamos descartar a uno de los nominados, pero no es asi. Y el sedado cerebro del hombre de la melena rubia no supó discernir entre un sauce, un roble o un caballo. Ni supo como fue arrastrado entre la maleza, mientras boca arriba iba viendo las estrellas y sus turbulento caminar en el firmamento. "¡(¿O un Sax?)!" Ni siquiera recuerda cuando en su frotar de cabeza contra el cesped y el fango, una roca de considerable tamaño le hizo caer en cuenta, que lo asteroides estaban justo bajo su nuca.
La noche que Pocahontas colgó a Capitan Smith la canción retumbo en Lousianna, Georgia, New Orleans, y Distrito Federal ¡Y ni siquiera sabemos si lleva un solo de Sax el bendito blues. Y aun asi al llegar al lodoso lugar donde sería ejecutado el jinete blanco, del corcel gris, de la tierra negra, encontraron desierta la noche y afrodisiaco el olor de la niebla a media noche, e hicieron el amor. El colonizador se había regozigado de tener nuevas tierras en otros vientres, tan salvajes como su primer amor, que curiosamente era de piel blanca y de un mundo viejo. Hacía tiempo que el explorador hispano conquistaba otros labios y galopaba otras miradas, sin saber que ya había alguien que sabía algo que el sabía mas no quería que nadie que no fuera él jamas llegase a saber. El colonizador y sus trece colonias, extendido verticalmente, a exactos noventa grados del suelo, con sus maltratadas botas colgando silenciosamente de los pies mientras un piano hace lo suyo de notas menores, y el incognito raptor de noches bohemias, soltando algun alarido gurutal mientras rompe con la armonía provocada del gotear de lagrimas sobre el lodo de la trizte Pocahontas.
La noche que Pocahontas colgó al Capitan Smith no se vieron llover flechas, ni se incendiaron fogatas, fue solo un poco de hierba, algo de blues, una pisca de rencor salpicada de sangre y la incineración del bastardo amor que les unía, una imensa melodía. El aullar de los lobos guardo silencio al bar que corono el espectaculo en la tarima, quizas un bajo y un piano solamente, se anunciaba abajo de un letrero de cerveza americana, que encendía y apagaba sus luces. Asi palpitaron las estrellas en el reflejo que los cristalinos ojos de Pocahontas dejaron escapar al ver a su amante tendido al intermperie, algo le hacía creer que volvería, algo le hacía creer que aún se despertaría para decir que en bastantes ocasiones se había en contrado con problemas mas grandes que ese, pero que justo ahora no lo recordaba. Y guardó silencio sepulcral para ver si quiera si lo murmuraba para sus adentros, pero el unico sonido que dejo escapar el navegane fue el tronar de su cuello.
La noche que Pocahontas colgó al Capitan Smith nadie brindo con whisky, ni con ron. Solo se asomo la bandada de lobos, y las lechuzas grises volaron hasta la orilla del rio, donde entonaron una pieza que curiosamente le iba muy bien al añejo blues. Nadie, excepto, tu y el beso de las mariposas posandose en el cuerpo muerto del capitan. Nadie, ni caballos, ni galope, ni la luna nueva escondiendose detras de la colina, ni los rezos de una luciernaga ruidosa entre los ojos del maloliente y frio Capitan Smith. Pero se oyeron dolientes llantos al amanecer. Al amanecer habitó el iracundo fantasma del pecado en la vieja aldea y se colmo de muerte, y se vacio las manos y recorrio los pastizales benditos con los brasos abiertos, extendidos.
Al amanecer lloro el mundo, el viejo y el nuevo, que lloraron juntos al ver amarrada a un soga, la muerta princesa colgada de un roble, con el cuerpo intancto y todavia oliendo a perfume, bañada en lagrimas, muerta tambien de profundo dolor. ¿y el blues cayó, y calló? El blues aun se oye de vez en cuando en el vientre de Pocahontas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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