11.07.2005

Balbuceando porque soy mudo.

A veces me olvido de no cerrar los ojos cuando camino, y no me preocupan los autobuses, ni los postes de luz, ni si quiera tomo en cuenta las descuidadas y sucias alcantarillas. De repente pretendo pensar que no existe la gente, y que la poca que existe no dice incoherencias, ni escupe estupideces.
A veces me olvido tambien de no pensarlo todo cuando camino, y me pregunto distancias, y me pregunto si existe la verdadera felicidad y tambien si la vida me encuentra tan divertido como yo a ella, o si acaso era un vidrio, una piedra o una corcholata lo que voy pisando.
A veces me olvido de no cerrar los ojos cuando camino y me voy tropezando, y me tropiezo con piedras, con latas o bachichas de cigarros, todo esta bien mientras no caigo, todo esta en paz mientras no hunda mi boca seca en el suelo. Me tropiezo con gente y la cosa empeora porque mi humor y sus idioteces lo permiten, porque me escupen y me avientan piedras, me maldicen y me juzgan, quiza sea porque mate a sus padres, quiza sea porque antes de caer los arrastre con migo y los hice complices de un crimen perfecto en el que el unico beneficio fue para mi y mi garganta.
A veces me olvido de no cerrar los ojos cuando escribo, y me voy deslizando sobre el papel mientras me transformo en oro negro, escupido desde el everest menguante de una bic, y sacrificio del papel, y vuelvo lineas todo el ruido que mi caida traia consigo, y vuelvo versos toda la sangre derramada en el suelo y todas las lagrimas que volcaron mis ojos ciegos.
A veces me olvido de no cerrar los ojos cuando camino y una vez en el suelo la gente me pisa y rompe la espalda.
A veces me olvido de no cerrar los ojos cuando te miro, y te ves tan distante cuando apenas y te escucho con mis sordo oido izquierdo, y te siento tan cerca cuando te agachas al suelo a tomar mi purpurea mano derecha y me susurras al oido que me levante, que viene el tren, que no sea tonto. Y me repites que mas vale tarde que a veces. Y yo te tomo de la muñeca, te ensucio y beso, y te marco el paso.
Pero antes de dar cualquier paso, te postras ante mis pies, a mis zapatos sucios le escurren las telas y las agujetas, tu delicadamente me haces un nudo con tus delicadas espigas que fungen como dedos, haces en mi zapato... haces un nudo ciego.
En mi siguiente paso juro ya no olvidarlo, juro abrir mis ojos, juro seguir andando, caminar de la mano de un mudo, arrastrado por el violin de un sordo, guiado por el milagro de la emigración de los patos o por el aleteo de las mariposas, seguir tropezando, eso seguro, pero que sigas ahi que yo en el suelo y que te siga prometiendo hasta que se seque mi boca o sangre mi garganta. Prometo cada paso llevar los ojos bien abiertos, a pesar de que sea en vano, eso no importa, no mas, desde que llevo en los ojos un nudo ciego.

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