10.06.2008

11.11

Rodrigo sintió una corriente de aire que llevaba la pereza y la debilidad de la mañana. La ventana debía estar abierta si quería seguir fumando. Los lunares en la piel de su espalda descansaban en el suelo cálido del tercer piso del edificio gubernamental destinado para las familias de los militares en los 70's, debajo de la cama de Luisa, fumando, Rodrigo sigue detenidamente las pantorrillas de ella deslizandose hasta la pieza del baño y parar justo frente al lavamanos.

En la habitación de al lado Germán, el único hermano de Luisa, abre su mochila cuidadosamente, saca su cuaderno de matemáticas, el mismo que lleva en la portada a una conductora de televisión vistiendo lencería de imitación de piel de leopardo, y entre sus hojas guarda el disco de pornografía animada oriental que compró ayer con el dinero que tomó de doña Lilí destinado a comprar dos cartulinas, y un pegamento de 150 grs. Su compra concluyó tropezando con Leo el muchacho que le dio una cartulina, un borrador y el disco con el hentai.

Rodrigo sabe que ha estado allí alrededor de doce minutos. Tiene la manía de contar el tiempo conforme pasan las canciones en la radio. "Susan's House", "weary saints", comerciales y ahora escucha algo que dice exactamente así " When nature talks I'm not supposed to hear. I'm not supposed to know, don't I know. We never wore clothes, I let the feeling go." Y horizontal, así como está, se frota el pie izquierdo con el derecho. Guarda la ceniza en su ombligo y vuelve a mirar las pantorrillas rascadas de Luisa. Sonríe con el humo subiendo en sus narices. Con algo de polvo entre sus labios. En ropa interior. Con esa imagen de ella. Triste y clara. Hermosa.

En el cuarto de baño de la planta baja esta doña Lilia juntando del suelo las pastillas que acaba de comprar por catalogo a una tal doña Lupita que hacen que uno baje de peso inmediatamente, que no se deben tomar mas de tres al día. Que no se deben tomar mientras se llora en la bañera de madrugada, con las axila heridas por un temblor al depilarse. ¿Para que fue inventado el laser entonces? ¿Para que entonces tanto regaño? La llave del lavamanos sigue abierta y el agua no parará de caer sino hasta que la ultima de las caras pastillas estén de regreso en su recipiente.

Luisa levanta con ambas manos lo que apenas es un poco de agua para salpicarse la cara. Sabe que va tarde. Siempre es tarde. Por eso no le preocupa. Enciende el foco arriba del espejo frente a ella. Abre los ojos. Más. Más. Hasta que duele. Se mira dentro de ellos. Se talla debajo. Se frota los parpados. El olor a cigarro apagándose. Eso era. Demasiado amarillos. Demasiadas venas. Le parecen redondos y ridículos. Se acerca más. Se pega contra el espejo y después el ruido de metal golpeando contra piedra pulida. Al girar, Rodrigo intentando apagar el cigarro en la plaquita del incienso para ahuyentar mosquitos. Intento malogrado que concluyó en el esparcimiento de cenizas en las lozas del cuarto.

Abajo en el auto Germán sacaba de la bolsa de su madre, de entre las pastillas regadas, una caja de cigarros blancos, largos, tersos. De la caja tomaba uno y lo metía en el estuche de los lapices, adornado con calcamonías de dibujo obscenos y de moda, autos de carreras y mujeres dibujadas con mamas enormes en ropas diminutas.

Dando tumbos intentando desesperada y ridículamente de acomodarse el cabello hecho un completo desastre, llega al final del corredor Doña Lili, apenas toca cuando abre la puerta del cuarto de Luisa. La encuentra junto a su cama, agachada sobre la mesa de noche repleta de velas, con un cerillo en la mano derecha, la esta agitando delicadamente, ya esta apagado. Las velas prendidas. -Vas tardísimo.- Doña Lili inconscientemente esta mirando el humo desvanecerse. -Perdón. Es que no quería que lo olvidaras.- Termína. Luisa la esta mirando con toda la hierba de sus ojos, apenas regada. -¿Olvidar que?-Pregunta Luisa. - Lo bonita que eres.-

Ya había algo de roto en su voz. Ya había algo del agua que goteaba en sus ojos. Ya había que encender el motor. Estaba arriba del coche alejándose sin prestar atención, ni la mas mínima a Germán, que llora. Se ha quemado con el encendedor del automóvil. Lo hace en silencio.

Luisa se agacha en su ropa interior. Le extiende un cigarro a él. Lo pone entre los labios de él. Le sirve de su fuego a él. Le arrastra solo un poco a él, para poder besarle. Le besa. El sigue frotando sus pies uno contra otro. -Tengo frío - dice- ¿Estas llorando?- Ella intenta seguir besandolo, pero Rodrigo se lo impide. -Ya puedes salir bobo.- Y lo aprieta con mas fuerza, con más determinación. Ambos saben que ya es tarde. Por eso no les preocupa.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

ja... pornografia animada oriental

frantic in the forms dijo...

Entiendo lo del corazón expuesto, me pasó en una ocasión.
Afortunadamente, confío mucho en que esta vez será diferente (y si no fuera así tengo listo el plan B)

Cariños varios :*

Camila Mardones dijo...

Abro la boca y te digo
que quería hablar contigo hoy
pero msn está loco y no me deja hablarte.

te dejo un beso.

Anónimo dijo...

Estudio a Magritte.
Se debería de llamar Antonio repito, por que yo no soy Luisa y ni me recuerda a ningún Rodrigo..

Æ dijo...

esta en boga magritte. roman lo ama. yo por ende.

frantic in the forms dijo...

Si, es verdad.
El amor ha tocado por primera vez mi puerta. Oye me agrada mucho la foto de esta entrada y también lo que escribes (creo que siempre lo digo).
:)

my name is bubblegum dijo...

el tiempo se mide en canciones, tal vez por eso siempre es tarde...
y como no estar triste cuando en esos comerciales de depilite todos son tan felices depiladitos y pulcritos (de seguro hasta son puntuales), mientras otras almas en pena tiemblan y se hiren las axilas

Juan Rodríguez Hoppichler dijo...

¿has visto que seres más afortunados somos? mudamos rostro cuando queremos...

Great Value dijo...

nooo menso
insinuaba que los domingos son aburridos
y que los paso mejor contigo <3
:)