-Pareciera que estas al borde de un ataque de nervios. Todo el tiempo.
-Gracias- dijó élla.
-Realmente me gusta este lugar. Tiene su encanto.
-Y gonorrea probablemente.-
-Como usted.-
Ella se sonrió. A veces lo hacía.
-Gracias a usted.-
Él se sonrió. A veces, cuando estaba con ella, lo hacía también.
Ese debía ser el primer lugar en el que estaban juntos en soledad. Cada uno con su propia soledad. Nada en el pasado o en futuro se sentiría jamás como ese momento.
-Mis hermanos y mis hermanas no me hablan. Pero no los culpo.
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